Huimos de los espacios de silencio porque tememos a conectarnos con esa vocecita que nos transporta a un pasado que ya pasó, intentando cambiar lo que pudimos haber hecho o dicho, generándonos una depresión o, por otro lado, esa vocecita nos trasporta a un futuro de miles de líneas de tiempo que no existen, pensando en las miles de cosas que nos pueden pasar o que podemos perder, generando ansiedad.
Por eso intentamos silenciarla, callarla a toda costa, distraerla con redes sociales, con series interminables, con alcohol o con drogas y, cómo culparnos, si en realidad sabemos el sufrimiento que esa vocecita nos puede causar.
Lo que quizás nos cuesta trabajo entender es que nosotros podemos elegir si acompañamos a esa vocecita en esos viajes ficticios que solo nos crean sufrimiento y muchas veces lo hacemos porque pensamos que no tenemos ninguna opción.
Pero, si vieras a esa vocecita como un amigo mala influencia al que no juzgas y que educadamente le dices: “No, Gracias” cuando te invita a esos viajes y eliges quedarte en el presente, ¿Crees que pudieras evitar ese sufrimiento?
Y esa disciplina la logramos a través de la meditación, que nos enseña a reconocer la vocecita, pero no seguir sus pasos. ¿Quieres saber más? Te invito a una Clase Magistral para conseguir Armonía Total para triunfar cada día, que la puedes encontrar en:
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Alfredo De Vanna.